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Posted: jueves, abril 08, 2010 by Adrian Olam in
6 comentarios:
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Who would have been able to realize that the three sad tigers, were not in a wheat field. They merely thought so due to the warmth of the closer colors.
Es hasta que vemos las cosas cambiar de color repetidamente que el revela su verdadera ausencia de color. Nuestro mundo, sin embargo, es por necesidad, de colores.
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Dice Aproximadamente, Nada que si vuelves a ausentar tus comentarios por tanto tiempo, que te va a castigar y te vas a poner triste.
Dice que hagas honor al color predominante en tu cabeza y, por ejemplo, te acerques.
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Esta Nada rima bien con aquella de la venganza... no cree, Mr. Napalm?
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Es la primera NADA en la que el autor me transmite mejor la unión de la imágen con la palabra (principal recurso de comunicación).
Pude experimentar la calidez de la mezcla que resulta del color y la palabra.
La manera en la que se descompone y refracta la luz se refracta y descompone dentro del humano, lo recompone y reconstruye las nociones que nunca pudo hacer del todo suyas.
La Naturaleza optó por desplegarse desde la punta de los dedos de pie al último cabello de su enloquecida melena, del rojo infrarrojo hasta el violeta ultravioleta. Así, las estrellas más lejanas se aprecian rojizas, lás más tangibles por su ilusoria cercanía, azuladas. Por ejemplo.
El ojo humano ha hecho de esto una locura. Ha jugado con color y temperatura.
En la teoría cromática del contraste del color, el contraste de aquello llamado "la temperatura del color" alude a múltiples nociones; se divide a los colores en cálidos y fríos. Del rojo violáceo hasta el amarillo verdoso, caliente. Del verde azulado al azul, frío.
Talvez la connotación más interesante de este contraste es aquella cómo lo percibe el ojo humano : las cosas más cercanas se aprecian cálidas. Las lejanas, frías.
Así entendemos, el infinito mar es igual de azul, pero se extiende tan lejos que incluso la calida agua en nuestros pies se torna del más frío azul índigo, allá en lontananza.
O,
el pasto en realidad es más verde del otro lado - más lejano, se aprecia menos cálido - mientras que nos quedamos, con el nuestro, más amarillo y desgastado. Como nosotros.
O,
un mundo frío, gélido como el azul que representa. Y el rojo fuego para verlo arder.