8 comentarios:
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¿Flamígera? ¿Tú crees? Puede ser, tal vez porque tuve un momento de misoginia extrema y curiosamente lo canalicé hacia los hombres y (¿?) a las relaciones de pareja.
Lo sé, yo tampoco entiendo cómo fue posible eso. En tantos sentidos.
Llámame Clar Napalm si quieres.
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¿Es una palomilla revoloteando alrededor de un foco? - De ser así, tengo una fantástica metáfora: Como sistema, tanto la palomilla como el filamento de tungsteno necesitan del vidrio para existir enamorados. Cuando este se rompe o desaparece, la palomilla se quema al acercarse al metal incandescente y el filamento se oxida velozmente y en segundos pierde su luminiscencia.
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La barrera pues, los contiene, les da forma, sustento y vida tambien. Es una buena pared que naturalmente selecciona a aquellos suicidas que empero se enamoran, de aquellos otros mas bien miopes que se ensañan en rayas las paredes.
El amor es a veces una pared de concreto que soporta; a veces son dos, una esquina para un solitario; con tres se tiene absurda trifecta confusa y a veces, llegando a cuatro, se le lpuede llamar hogar.
La palomilla agradece una pared que es el tiempo, que puede ser la distancia o que tambien puede ser pena o verguenza de hacerse amar. La luz agradece tambien una pared, una excusa para diferenciar entre aqui y alla. Pero se cansan.
Y sabemos - tanto como palomilla, tanto como tungsteno - que el amor es fuerte y derriba tanta cuanta barrera cualquiera suponga
por que el amor es una colision en camara lenta,
y uno arquitecto de su propia visión.
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No sé si pensar en el amor como consecuencia de la existencia de esa barrera, como deseo de quebrarla, o viceversa: la construcción de una barrera para darle que hacer al amor y "elevarlo" como algo trágico. Todo dentro de nuestra fábula, por supuesto.
En cualquier caso, violentar esa pared tendría resultados interesantes: gozo momentáneo pero digno, unión, una posible explosión de luminiscencia, previa a su extinción.
"Gravity lets go" así sin el apóstrofe.